El L-triptófano es uno de los ocho aminoácidos esenciales de la alimentación humana. Es el precursor metabólico de la serotonina, la melatonina y la niacina. Lo descubrió en 1901 Sir Frederick Growland, quien además demostró su importancia vital.
El L-triptófano se utiliza para aliviar la depresión, favorecer el adormecimiento y contribuir a la pérdida de peso.
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Un aminoácido esencial que se encuentra en muchos alimentos
El triptófano que aportan los alimentos ricos en proteínas está especialmente presente en la carne, los pescados, los huevos, los productos lácteos, las féculas o los frutos secos. Es frágil y se destruye con una cocción demasiado prolongada o un calor demasiado intenso.
El L-triptófano es el aminoácido menos abundante; una alimentación clásica solo aporta por lo general entre 0,25 g y 1,5 g diarios de triptófano. En el hígado contamos únicamente con una reserva muy baja de triptófano; este aporte diario con frecuencia se encuentra en el límite de nuestras necesidades, como consecuencia de una subcarencia frecuente de este aminoácido esencial.
Además, este aporte debe realizarse entre seis y ocho horas antes de acostarse para que la digestión de las proteínas sea total, se almacene el triptófano en el hígado y se libere progresivamente en la circulación.
Por otro lado, y dependiendo de los alimentos, el cerebro no siempre absorbe ni utiliza correctamente el triptófano. En general, el cerebro recibe menos del 1% del triptófano ingerido. Para el cerebro, recuperar incluso esta pequeña parcela es particularmente difícil a causa de la barrera hematoencefálica.
El papel de esta última es impedir que las toxinas, e incluso cantidades excesivas de nutrientes, penetren en el cerebro. Este paso se revela en ocasiones complicado incluso para los nutrientes esenciales. Este es el caso especialmente de la serotonina, que no puede atravesar la barrera hematoencefálica, mientras que su precursor, el triptófano, sí puede hacerlo.
Precursor de la serotonina
Su papel más conocido y más importante es el de ser precursor metabólico del neurotransmisor de serotonina. Numerosos estudios demuestran que el aumento de la concentración de triptófano en el cerebro tiene como resultado un aumento de la liberación de serotonina. Esta tiene un papel esencial en la regulación del humor, la ansiedad, el apetito y el sueño.
Otros neurotransmisores y productos químicos del sistema nervioso central, como la melatonina, la dopamina, la norepinefrina y la beta-endorfina, ven aumentar sus niveles con la administración de triptófano por vía oral.
Existen pocos datos que demuestren la relación entre el triptófano y la modulación del sistema endocrino. Sus efectos sobre los niveles de cortisol son desiguales.
La administración de triptófano por vía intravenosa estimula la secreción de prolactina y de hormona del crecimiento, pero no se ha probado ninguna asociación similar por vía oral.
El L-triptófano favorece el sueño
La capacidad del triptófano de favorecer el adormecimiento se describió por primera vez en 1962. El triptófano se utilizó con frecuencia como tratamiento en personas con dificultad para conciliar el sueño.
Cerca de 50 estudios han testado el triptófano como somnífero. Aunque los resultados son variables, se estableció un consenso: el triptófano puede ser un somnífero eficaz en determinadas circunstancias. Mientras que es ineficaz como somnífero estándar en casos de insomnio grave, puede reducir cerca de la mitad el tiempo de adormecimiento en casos de insomnio leve incluso en dosis bajas (250 mg).